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... hay otras razones pero ...

Hay muchas razones aunque no son grandes detalles, no creáis, pero éstos tienen una fuerza enorme para mí.
Así, a vuelapluma, lo que viene a continuación constituyen retazos de lo que pasa por mi mente al oír el nombre de Verónica...

«el día en que la conocí fue a causa de una llamada de mi amiga Carolina. Me dijo que ella se acercaría al lugar en donde paraba habitualmente; que seguro que la veía y, dado el hecho, que no fuese tonto y la acompañase pues nada perdía por intentarlo.

No estoy seguro del cómo pero el caso es que me convenció.
Yo estaba ilusionado por verla pero no era una necesidad perentoria como para mi amiga.

No logré entender bien el porqué, pero poco después volví a recibir una llamada suya para decirme que iba a ir YA, que no aguantaría que por llegar tarde se quedase sin verla una vez más. Yo le dije que no estaba listo aún, lo cual era verdad, pues no estaba ni duchado tan siquiera, y que bueno que otra vez sería (por aquel entonces ya estaba resignado a que otra vez significase nunca); pero ella "me volvió a liar".
Dijo me esperaba en la puerta de donde se alojaba, que cogiese un taxi y que no tardase y me colgó sin darme tiempo a replica alguna.

Yo no podía ignorar su "orden" y así fue como hecho una "piltrafa" salí de casa. Ella le llevaba unas cosillas que había preparado en nombre de unos cuántos; nada, 4 tonterías y algún que otro regalo personal.
En una de esas cositas, aparecían las fotos de todos los miembros, tamaño carnet, de lo que denominamos la Verocomuna
(muy hippies nosotros).
Yo llegué tarde (por el motivo que ya he explicado inhabitual en mí que soy de un puntual asqueroso).
De camino, ya en el taxi, había recibido otra llamada, diciéndome que acababa de llegar y que se le permitía pasar unos instantes pues se había identificado como miembro de su Club y Vero estaba de acuerdo en recibirla.

Yo le dije: —adelante, al menos que la vea uno ¿no?

Cuando por fin llegué, mi amiga ya salía. Aproveché entonces para deslizarle a la azafata que la acompañó hasta la puerta, una bombonera que le había comprado:
"para que se la diese de parte de un fan", le dije.

No habían pasado ni dos minutos y salió Vero acompañada de Geno.
De repente, se formó una avalancha de unas 35 personas, más o menos, que se iban volcando sobre ellas (iban acompañadas de un seguridad) y a la carrera, ante el temor, cruzaron las calles que les separaban de su destino, con algun@s impresentables corriendo detrás del trío durante todo el camino.

Bueno pues en ese breve flash, antes de salir corriendo, le dio tiempo a verme (yo me había quedado en un 5º plano por supuesto), reconocerme en una foto minúscula que se suponía si había visto había sido unos breves segundos y decirle a mi amiga: ¡¡¡¡Ya lo HE VISTO!!!!

La verdad, no me lo creía cuando me lo contó.
Pensé: —que mona, esto es para consolarme por no haber llegado a tiempo y quitarme la decepción que tengo.
Pero enseguida añadió: —Oye que me ha dicho dentro que si nos esperamos a que acabe de lo que tiene que hacer pues que te saludará personalmente.
Bueno, una vez hecha "la excursión" pensé, tanto daba 1 hora de espera; así que le dije: —¿ah sí?, de acuerdo pues esperaremos, con una ancha sonrisa en la boca.
Fuimos andado tranquilamente. No estaba lejos. Mientras caminábamos e impactada por lo que le había acontecido instantes antes, empezó a contarme que si le había podido hacer fotografías, que si le habían hecho una con ella, aparte de darle lo que portaba para ella como yo ya tenía claro.
En el exterior había poquita gente esperando, pues la muchedumbre se agolpaban en la puerta de la Post-academia, el lugar del que habían huido a la carrera, para ver si llegaba Busta, Bisbal, Naím... en fin, en plan fan fan (era gente muy joven en su mayoría), a la que tanto daba a quién vieran (se podría decir que fans de OT en general siendo benevolentes).

En la puerta esperando había unos críos de unos 11 ó 12 años (y eso que eran ya las 10 de la noche pasadas e invierno), con cara de decepcionados por haberla visto entrar a la carrera tan sólo.

Maria Palau (me acordaré de ese nombre toda la vida), que era la líder: Palau de Palacio, acuérdate; me diría después, cuando por si tenían que marchar antes de que saliese Vero me encargó le dijese: "que Vero era su fan número 1", y Tania, Raquel y Guillermo. Nos contaron que llevaban en la zona desde las 4.30 de la tarde. Les acompañaba el padre de una de ellas que les esperaba pacientemente en el coche. El buen hombre además les servía de enlace móvil por si había indicios de movimiento en el otro lado.

Y bueno nosotros empezamos a darnos importancia: jajajaj que si la conocíamos, que si éramos de su Club, que si hablábamos con ella a menudo. Yo les dije que era de Elche, que era amigo suyo personal y había venido a verla, jajajaj. Y bueno les convencimos para que cuando saliese Vero no se le tirarán gritando encima para que les firmase porque lo único que lograrían era que saliese corriendo igual que había entrado, y se quedarían sin nada (y nosotros con ellos por supuesto).

Les dije que yo hablaría con ella, que como era su amigo le pediría les firmará lo que quisiesen (fotos, autógrafos) y como era muy buena y nada estrella pues seguro así lo hacía.

Maria Palau desconfiaba. Me dijo: —ya claro, tú ni la conoces y lo que quieres es tenerla sólo para ti.
Pero mi poder de convicción acabó por dejarla un tanto conforme. Además, entre ellos se iban dando consignas: —es verdad que si nos ponemos a chillar le asustaremos y se irá y otras parecidas, con lo cual se iban apaciguando ellos mismos, en la medida en que su excitación interna se lo permitía, pues a todo esto,
llevábamos ya un buen rato de espera.

Por supuesto, yo ni la conocía claro, no la había visto en mi vida, ¡que mi amiga al menos la había visto ya una vez!, pero el ambiente con los críos, y por eso la importancia que les doy en este relato,
me predispuso de forma favorable.
Ya era como si la conociese de toda la vida, hablándoles de lo buena y dulce que era, y lo bien que cantaba y lo que se esforzaba cada día y de la magia que emanaba de ella.

Y al fin salió. Iba acompañado de Geno y Juan. Estabamos a unos 10 m., pero me vio y avanzó directamente hacia mí (y yo hacia ella). Nuestros ojos quedaron impresionados en los del otro. Nos dimos 2 besos francos, como de amigos que se reencuentran.
La gente alucinaba, los críos más...

Entonces fue cuando le pregunte:
—¿Eres feliz?
—Sí, mucho.
—Entonces si tú eres feliz yo soy feliz
[¡y era verdad! porque transmitía tal serenidad. Tan sencilla y era como una reina porque su mirada hace especial a quien mira
(en este caso yo)].

Fue un breve instante pero lo recuerdo tan vívidamente...
No había amor, no había idolatración, no había nada más que una especie de conexión cósmica —como si fuese realidad que era un hada, con lo que me había reído yo (metafórica y analíticamente claro) cuando la gente me insistía en ello—.

Entonces recordé a los críos y le dije a Verónica: —oye mira si no te importa les puedes firmar y que se hagan una foto contigo porque llevan muchas horas aquí. Me contestó: —CLARO, LO QUE TÚ QUIERAS. Como si en verdad nos conociéramos de toda la vida. Aquello sobre lo yo me había permitido fantasmear, porque sabía que en verdad iba, si tenía ocasión de decírselo, a cumplir la fantasmada que les había prometido a esos niños.
Y no se hizo una foto con ellos sino una con cada uno, les firmó todo lo que le dieron a firmar, se hizo fotos con el resto de gente que estaba allí, repartiendo sonrisas a diestro y siniestro.

Yo le iba hablando entre medias. Le dije que íbamos a ir a Elche a verla actuar y me contestó como muy sorprendida: —¿vais a venir por mí?

Le di recuerdos de Clara, la Secre del Club; y de su prima y su tía Cristina (esto era verdad). Le cambió la mirada, se le enturbiaron los ojillos y casi con una lágrima a flor de piel dijo como ensimismada suspirando: MI TÍA CRISTINA...

Me preguntó si la conocía y dije que yo personalmente no, pero que si tenía tiempo en Elche la conocería. Me dijo algo así como: —es la mejor, más maja.

Recogió todos los papelillos con cosas para ella [que les había hecho escribir a los críos en previsión de que saliese de nuevo de estampida]. Piropillos y frases sencillas: ya sabéis, las más geniales.
Los otros (Juan y Geno) estaban impacientándose porque ella era el centro de atención de todo el mundo.
Juan venga a meterle prisas... —Vamos Vero, vamos Vero, repetía incesantemente. No había más prisa que la que tuviesen ellos, porque la gente se estaba comportando extraordinariamente, sin agobios.

De repente, les encaro y dijo:
—Todavía NO. Me falta una foto por hacerme.
Era la MÍA claro (que yo al demandarle que por favor se la hiciese con los niños pues ni se me ocurrió pedirle).

Y me agarró del brazo bien fuerte, junto su mejilla y ¡flash!
nos la hizo Carolina.

Entonces me dijo:—Estoy deseando llegar para comerme uno de esos bombones que me has regalado”. Yo es que alucinaba, ¡si había tardado como mucho un par de minutos en salir!, ¡y yo le había entregado el paquete a una azafata!, y en el ínterin ¡no sólo había tenido tiempo sino el deseo, lo que es más importante claro, de ver el paquete y desenvolverlo para saber que había dentro!
... Con la ilusión de una niña grande.

Nos dimos otros 2 besos, como diciéndonos: —Hasta la vista.

De regreso, Geno y Juan entraron raudos sin detenerse ante la gente que se empezaba a agolpar de nuevo. Ella no. Se quedó en la puerta, consiguiendo calmar a la gente con su actitud tranquila, sonriendo, firmando alguna foto, charlando apaciblemente y de repente se alzó una voz que anunció: —Va a cantar. Silencio.
Nosotros aceleramos el paso y llegamos a tiempo para oír la voz más serena que nunca he escuchado en directo, y ante un silencio sepulcral en medio de la calle -bulliciosa segundos antes-, atacar a capella un PEOPLE inimaginable.

Esta historia es el relato íntimo de lo que significa Verónica.
Es ESPECIAL, al menos para mí. NO PUEDE SER DE OTRA MANERA, aunque no tuviese nada más, ya tendría mucho»

... y sus ojos quedaron impresionados en mi retina para siempre ...