ACTO PRIMERO
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El Gran Sacerdote Ramfis informa a Radamés, que, según oráculo de la diosa Isis, es el predestinado
para conducir las tropas egipcias a la victoria. El capitán se vanagloria de este hecho pues cree que eso le ayudará a conseguir loores
para ofrecer su amada Aida. "Celeste Aida"
recoge estos sueños. Amneris, la hija del faraón, que deseaa desenfrenadamente a Radamés, al enterarse de que éste
va a partir para el frente, urde a su regreso convertirse en su esposa. El Faraón nombra a Radamés general en jefe de sus ejércitos y la princesa le entrega el estandarte que ha de portar en la inminente batalla. Aida se despide de él con el corazón dividido, pues su padre, Amonastro, es el caudillo de las tropas rivales y se estremece delante de su negro presagio: "Retorna vencedor" |
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AIDA Ritorna vincitor! E dal mio labbro uscì l'empia parola! Vincitor del padre mio, di lui che impugna l'armi per me, per ridonarmi una patria, una reggia e il nome illustre che qui celar m'è forza! Vincitor de' miei fratelli... ond'io lo vegga, tinto del sangue amato, trionfar nel plauso Dell'egize coorti! E dietro il carro, un re, mio padre, di catene avvinto! L'insana parola, o numi, sperdete! Al seno d'un padre la figlia rendete; struggete le squadre dei nostri oppressor! Ah, sventurata! che dissi? E l'amor mio? Dunque scordar poss'io questo fervido amore che, oppressa e schiava, come raggio di sol qui mi beava? Imprecherò la morte a Radamès, a lui ch'amo pur tanto! Ah! non fu in terra mai da più crudeli angosce un core affranto! I sacri nomi di padre, d'amante nè profferir poss'io, ne ricordar. Per l'un, per l'altro, confusa, tremante, io piangere vorrei, vorrei pregar. Ma la mia prece in bestemmia si muta, delitto è il pianto a me, colpa il sospir. In notte cupa la mente è perduta, e nell'ansia crudel vorrei morir. Numi, pietà del mio soffrir! Speme non v'ha pel mio dolor. Amor fatal, tremendo amor spezzami il cor, fammi morir! ecc. |
AIDA ¡Vuelve vencedor! ¡Y mis labios pronuncian esa palabra impía! Vencedor de mi padre, de él que empuña las armas por mí, para devolverme una patria, un reino y el ilustre nombre que aquí me es forzoso ocultar. ¡Vencedor de mis hermanos... Quizás lo vea, teñido de sangre amada, triunfar entre el aplauso de las cohortes egipcias! ¡Y tras su carro, un rey, mi padre, cargado de cadenas! ¡Oh, dioses, olvidad esas palabras insensatas! Devolved a la hija al seno de su padre; ¡destruid los escuadrones de nuestros opresores! ¡Ah! ¡Desgraciada! ¿Qué estoy diciendo? ¿Y mi amor? ¿Acaso puedo olvidar este amor ferviente que aquí, aunque esclava y oprimida, como un rayo de sol me ha hecho feliz? ¡Desearé la muerte a Radamés, a él, al que tanto amo! ¡Ah!, nunca en la tierra se vio un corazón desgarrado por angustias más crueles. Los sagrados nombres de padre, de amante, no puedo pronunciar ni recordar. Por eso me hallo, confusa y temblorosa, quisiera rogar por uno y por otro. Pero mi plegaria se transforma en blasfemia. El llanto es delito para mí, y culpa el suspiro. Mi mente está perdida en la noche oscura, y en esta angustia cruel quisiera morir. ¡Dioses, apiadaos de mi sufrimiento! Mi dolor no tiene esperanzas. Amor fatal, tremendo amor, despedázame el corazón, hazme morir!, etc. |
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Escena Segunda
Un coro de sacerdotes y sacerdotisas ofician ante el altar. Radamés es ungido por el gran sacerdote Ramfis antes
de partir para la guerra: "Oh dios todopoderoso, ¡Guárdalo y protégelo!" |
Las doncellas visten a la princesa para recibir a Radamés, que regresa victorioso del campo de
batalla con una cantidad ingente de prisioneros. Aida penetra en la misma y Amneris despide a las sirvientas. Ganádose la confianza de Aida le hace confesar su amor por Radamés . |
Ésta ve una oportunidad y mintiéndole le cuenta a Aida que su prometido resulto muerto en la guerra.
Aida llora desconsolada. La celosa Amneris mitiga su pena confesándole que no era más que un engaño para saber
la verdad porque ella también ama a Radamés, y amenaza a quien ose entrometerse en sus amores. |
ACTO TERCERO
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AIDA Radamès verrà! Che vorrà dirmi? Io tremo! Ah! se tu vieni a recarmi, o crudel, l'ultimo addio, del Nilo i cupi vortici mi daran tomba, e pace forse, e oblio. O patria mia, mai più ti rivedrò! O cieli azzurri, o dolci aure native, dove sereno il mio mattin brillò. O verdi colli, o profumate rive, o patria mia, mai più ti rivedrò! O fresche valli, o queto asil beato che un dì promesso dall'amor mi fu! Or che d'amore il sogno è dileguato, o patria mia, non ti vedrò mai più! ecc. O patria mia, mai più ti rivedrò! |
AIDA ¡Radamés vendrá aquí! ¿Qué querrá decirme? Tiemblo. ¡Ah! si vienes, cruel, a darme el ultimo adiós, los profundos remolinos del Nilo me darán sepultura, y quizás me concedan la paz y el olvido. ¡Oh patria mía, nunca más volveré a verte! Oh cielos azules, oh suaves brisas nativas, donde brilló serena mi juventud. Verdes colinas, orillas perfumadas, ¡oh patria mía, nunca más volveré a verte! ¡Oh frescos valles, oh bendito y apacible refugio que un día me prometió el amor! Ahora que mi sueño de amor se ha desvanecido, ¡oh patria mía, nunca más volveré a verte!, etc. Oh patria mía, jamás volveré a verte! |
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Radamés percibe un mortecino sonido en el interior del foso que le ha de servir de nicho, para descubrir en él a Aida , que no ha querido abandonarle. Ambos perecen abrazados.Amneris reza arrodillada sobre la losa que los cubre. Amneris aparece, vestida de luto, y se arroja sobre la losa que sella la cripta AIDA, RADAMÉS Oh tierra, adiós, etc. AMNERIS Imploro para ti la paz, muerto adorado. ¡Que Isis aplacada te abra el cielo! SACERDOTES SACERDOTISAS ¡Nosotros te invocamos, inmenso Pthà! |